Fausto, hombre de ciencia desengañado y cansado de la vida, va a suicidarse. Se le presenta el diablo, Mefistófeles, humorista y elegante, que le enseña el retrato de una hermosa mujer, Margarita, y promete rejuvenecerlo y entregársela si Fausto se compromete a entregar su alma a Satanás. Es aceptada la proposición, y en el acto Fausto se transforma en un apuesto joven.

Un conjunto de pétalos y semillas forman una flor. Revoloteando aparece un grupo de abejas que se introduce en ella y tras una breve lucha, se apoderan del  polen, quedando rota la flor.

Es de noche al borde de un lago. En un claro de luna brillan los cisnes con su reina Odette. El príncipe Sigifredo dice a sus amigos “No disparéis”. Súbitamente, los cisnes se transforman en jóvenes bellísimas. Odette explica a Sigifredo el misterio que se ha descubierto ante sus ojos y como el mago Rothbart las ha embrujado a ella y a las damas de su corte para que sean cisnes durante la noche hasta que un hombre valiente deshaga el encanto y la escoja para el trono. ha descubierto ante sus ojos y como el mago Rothbart les ha embrujado a ella y a las damas de su corte para que sean cisnes durante la noche, hasta que un hombre valiente deshaga el encanto y la escoja para el trono. Se acerca el alba y con ella Rothbart para convertir a sus cautivas, pero Sigifredo salva a Odette y sobre las aguas parten juntos al mundo de los sueños.

Los primeros destellos del día que despierta nos anuncian a la Aurora. Sus movimientos son lánguidos y se hace a un lado  para dejar paso al Día, radiante de luz. Éste a su vez es desplazado por la Tarde, llena de fuerza y segura de su triunfo.

La Noche, cansada, intenta erguirse y se arrastra pesadamente como el caminante tras una dura jornada.